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Monday 15 de February de 2010, 17:50:40
Planificando el riesgo en montaña II: Algunos de los peligros de la alta montaña – caídas y desprendimientos
Tipo de Entrada: CUADERNO | 1 Comentarios

En el primer artículo de esta serie establecía una descripción del proceso intuitivo que realizamos para valorar el riesgo en montaña, pero para ello hay que conocer un poco los riesgos concretos a los cuales nos enfrentamos. En este y los siguientes artículos de esta serie expongo algunos de los riesgos parciales que me he acostumbrado a contemplar en la alta montaña. No pretende ser una lista exhaustiva, ni tampoco intenta exponer la alta montaña como una actividad heroica.

bachimala-sabre

Muchos de estos riesgos tienen una probabilidad muy pequeña de producirse o los peligros tienen consecuencias menores (una hipoglucemia se puede resolver parando y comiendo un poco), incluso algunos no existen en muchas de las ascensiones (si no cruzamos un glaciar dificilmente podemos caer por una grieta de un glaciar), por tanto los riesgos se han de ponderar.

No sólo eso, los riesgos evolucionan de forma dinámica por las circunstancias orográficas, ambientales, nuestro estado físico, etc… Por ejemplo, un día soleado en una bonita ascensión de alta montaña estival donde hay una excelente visibilidad y tanto la cima como el camino de ascensión se ve claramente tiene un riesgo de pérdida bajo (más que aceptable), si de golpe se cubre todo con niebla este riesgo habrá aumentado sensiblemente. Por tanto los riesgos asociados a los diversos peligros se han de ir ponderando contínuamente y no descartarlos en ningún momento.

Algunos riesgos pueden ser reducidos ya antes de salir de casa (una buena planificación, llevar el material adecuado) y así lo indicaré. Agrupo los riesgos según la tipología de peligros comenzando por los riesgos de caídas:

Peligros de caídas:

- Pasos de dificultad técnica. Es evidente que el punto donde más exposición se tiene al hacer una cima es ante cualquiera de sus pasos técnicos. Es ahí donde le progresar es técnicamente más difícil, hasta el punto de que a los niveles más altos se requiere el uso de cuerdas y material para asegurar. Las dificultades “normales” en pasos técnicos en la mayoría de vías que no son puras de escalada no superan el grado técnico IV (sería el grado más fácil de la escalada deportiva), y que la mayor parte de las cimas pirenaicas se pueden acceder con grado técnico II o menos por sus vías normales. Aún así, hay algunas cimas, que al encontrarse en crestas o por su dificultad intrínseca, la vía “normal” es superior (por ejemplo el Cervino en su normal alcanza utilizando las cuerdas fijas grado III). Otras veces afrontaremos una travesía o una ruta y nos veremos afrontando pasos más complicados. Al diseñar una ruta, el paso técnico es algo que miro, a pesar de que es una indicación y NO HAY PASO TÉCNICO IGUAL. El II grado de la Chemineé del Canigó para mí fué mucho más asequible y agradable que el I+ o II- de la Punta Sabre por el estado de la roca. Pero los grados de dificultad técnica en escalada nos sirven de indicador para comparar pasos determinados de una forma más o menos objetiva y que obvia apreciaciones subjetivas como “el patio” o “el miedo”. Como dije en el primer artículo, yo prefiero limitar las rutas a vías que tengan II o II+ o bien si hay algún paso de III contar con alguien del grupo que sepa asegurar y llevar entonces algo más de material. Aún así, he afrontado pasos de III “a pelo” cuando la necesidad lo ha requerido o porqué lo he visto seguro, no es malo, pero de partida prefiero que no. Ahí es donde dejo mi margen de seguridad. Si me encuentro que la vía incluye pasos de IV, ni me lo planteo, por mucho que en deportiva haya subido hasta un V-, no tengo nivel ni técnica para afrontar un IV con mochila y los seguros “menos seguros” de una escalada alpina, además que lo pasaría demasiado mal y la montaña hay que disfrutarla!!. A todo esto hay que añadirles los factores que incrementan el riesgo. Un paso técnico sencillo como la grimpada final de la Punta Alta que no es más que un II grado corto, debido a que había hielo en la mayoría de puntos de apoyo y había que mirar muy mucho por donde poner los pies creció su dificultad al III. Una buena nevada puede facilitar algunos pasos muy sencillos (tapar las dificultades de un I o hacer una arista más transitable en el caso de cimas muy altas en los Alpes), pero en la mayoría de los casos incrementa la dificultad técnica al tapar puntos de apoyo o hacerlos más peligrosos, o incluso hacernos progresar por terreno mixto de roca y nieve/hielo con crampones, un cálculo pesimista indicaría que hay que considerar los pasos como 2 niveles más altos (un paso de II sería como un IV) o como un nivel más alto (podría subir la Chemineé del Canigó en invierno copada de nieve siempre que no esté muy transformada en hielo o tenga libre la mayor parte de apoyos, ya que sería un III sencillo). No hablemos si la roca está mojada o está lloviendo. Pasos insignificantes como el I+ del Pedraforca entre el Puguillón superior y la enforcadura eran un reto por estar la roca muy mojada por haber caído una lluvia reciente. A pesar de que los pasos técnicos son los que más peligro puntual comportan, en el fondo si se tienen en cuenta ANTES de salir son los que menos peligro nos van a exponer ya que estaremos prevenidos, traeremos el material necesario, o los evitaremos, o buscaremos una vía más sencilla o haremos otra ruta si ese día está lloviendo. Por eso, si no eres un crack de la escalada y llevas siempre el material y compañeros de cordada como tú, antes de subir cualquier cima léete una reseña, diseña una ruta que esté adecuada al nivel de dificultad técnica en el que te muevas seguro. Si lo haces así, y tienes en cuenta las dificultades extras debidas a la metereología o el estado de la roca, el riesgo lo mantendrá siempre del límite aceptable.

- Exposición de la vía: Mientras que clásicamente la dificultad técnica del paso clave para subir una vía ha servido para calificar la dificultad de la ascensión, se ha obviado otro aspecto que conlleva muchos más accidentes que los propios pasos técnicos, y es la exposición de la vía. O sea, lo que los escaladores llaman el “patio”. No es lo mismo subir la Cheminée del Canigó (Poco Difícil -), que subir por la normal del Bachimala (Fácil superior) que no deja de ser una cresta muy expuesta y donde hay que poner un poco las manos. Aún así, si alguien me pregunta donde hay más riesgo de caídas: en el Bachimala, indudablemente. Aunque en la Chimenée hay que subir o bajar con ojo, en la cresta es donde la caída puede ser más peligrosa: un error a izquierda o derecha y vas al vacío durante cientos de metros. La exposición de la vía es algo que crece según la timba que hay, si esta es sólo de un lado y no del otro, el estado del paso: puede haber una timba impresionante a lado y lado pero un camino ancho de 1 metro, o estar expuesto sólo por un lado a un barranco de 30 metros, pero tener que caminar por un filo de 30 centímetros de ancho, y de la longitud en la que se está expuesto. Por decirlo de alguna manera a igualdad de fuerzas, equipo y técnica un alpinista tendrá mayor probabilidades de tropezar y caer en vías expuestas que sean más largas, con el paso más estrecho o complicado, y si está caminando por una cresta expuesta por los dos lados que sólo cuando hay un barranco a uno de ellos, y el accidente será más grave cuanto mayor sea la caída potencial. Normalmente las reseñas no cuantifican este riesgo, indican “un tramo de cresta bastante expuesta” y nosotros tenemos que interpretarlo en el mapa y luego en el terreno. Si tenemos demasiado miedo, vértigo, sopla viento de lado, la roca está mojada, hay niebla que no nos deja ver por donde ponemos bien el pie, la roca está descompuesta y no nos inspira confianza, estamos demasiado cansados y por ello tropezamos o no sabemos agarrarnos y progresar bien, si hay tramos con nieve o hielo que lo hacen más peligroso, etc… la sóla exposición de la vía puede ser, combinado con otros factores o con el puro azar (incluso los mejores atletas alguna vez tropiezan) pueden ser suficientes para que se produzca una caída. Una forma extra de reducir el peligro es equiparse para progresar con más seguridad, ir en ensamble (y saber cómo ir colocando la cuerda) en una cresta sencilla, equipar un tramo concreto del que no nos fiamos con cuerda, etc… ayudan a reducir el peligro a niveles más bajos. Como mi capacidad de asegurar con material es bastante rudimentaria, y en general no siempre subimos el material de escalada, suelo evitar los pasos expuestos cuando las condiciones que veo “in situ” no me convencen. Evité subir al Punta Llardana a primera hora y esperé 20 minutos a que el verglass se deshiciera, o en el Pic d’Arinsal nos dimos la vuelta en mitad de la cresta porqué la ventisca y la nieve nos impidió hacer cima (nos quedamos a 20 metros): no veíamos la cima, había un fuerte viento lateral y además la nieve estaba mojando la arista y formando placas de hielo. En general en los pasos expuestos en condiciones buenas, como siempre me dan algo de miedo y sensación de altura, pongo mil ojos y atención y es de esta manera que los afronto con el nivel de riesgo que considero razonable.

- Estado de la roca y desprendimientos. Si la roca está en mal estado una vía incrementa su peligrosidad. Por un lado la roca se puede desprender bajo nuestros pies y provocarnos una caída, o nos puede caer una roca desde arriba y causarnos daños. Por tanto es importante atender al estado de la roca tanto en casa (las reseñas suelen indicar si la roca está descompuesta o pasaremos por una tartera), como “in situ” para tomar las mejores decisiones. En caso de preveer algún paso técnico (incluso muchos de los más transitados en zonas que se considera que la roca está firme) es bueno llevar casco para reducir el peligro de que una piedra nos abra la cabeza (aunque hay piedras que ni con casco) ya que estaremos durante algún tiempo pegados a una pared con gente que también está progresando y que puede tirar rocas sin querer.


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Wednesday 3 de February de 2010, 18:57:18
Planificando el riesgo en montaña I: la horquilla de riesgo aceptable
Tipo de Entrada: CUADERNO | 2 Comentarios

El montañismo y el alpinismo, incluso el de nivel sencillo que yo practico, es una actividad de riesgo que contiene numerosas incógnitas alrededor de los peligros que se afrontan. No existe montañismo sin un cierto nivel de peligro y exposición.  Lo que en la vida urbana y civilizada puede ser una pequeña molestia (por ejemplo una pequeña deshidratación) que se soluciona en el bar más cercano o yendo a la cocina a llenar un baso de agua, se puede convertir en un problema de vida y muerte en alta montaña.

escalada-en-hieloIncluso cuando estamos realizando una actividad con la ayuda de personas más experimentadas tenemos que hacer nuestro propio cálculo de riesgos aceptables.

Dentro del montañismo es clave saber asumir riesgos, si no los asumes te quedarías en casa, jamás ascenderías una cima, ni podrías superarte. La clave no es en buscar el riesgo cero, sinó en quedarse dentro de los márgenes de los “riesgos aceptables”. Saber medir el riesgo y saber cuales son los riesgos aceptables es todo un arte que los alpinistas realizan de forma intuitiva. Es una mezcla autoconocimiento y del conocimiento del entorno, de las habilidades sociales (ya que no subes a la montaña solo), de conocimientos de metereología y de orientación, de experiencia y de técnica.

Diferencias entre riesgo y peligro

Antes de nada una definición operativa, al referirme a riesgo me refiero a la posibilidad de que ocurra un percance y la gravedad del posible percance. A mayor probabilidad y mayores daños potenciales, el nivel de riesgo es mayor. Por ejemplo, cruzar el paso de Mahoma sin encordarse un día de buen tiempo y sin hielo es de riesgo bajo (según mi criterio emocional) ya que la probabilidad de caerse es muy pequeña (lo ascienden miles de montañeros al año y en el paso se registra un accidente grave cada cinco o diez años), aunque la caída es potencialmente muy peligrosa. En cambio sufrir problemas de hipotermia en invierno en la Tossa d’Alp es alto, ya que aunque los síntomas de una hipotermia leve son menores que una caída de cientos de metros y la Tossa d’Alp es una zona muy civilizada (tiene hasta en un refugio en la cima) y a los primeros síntomas en condiciones meteorológicas favorables es muy fácil solventar el percance, la probabilidad es alta en invierno si no se lleva el equipo adecuado. En cambio peligro es cualquier situación o acción que nos puede producir un posible daño. Incluyo también como peligros aquellas situaciones que indirectamente nos pueden provocar daños aunque no lo hagan directamente. Por ejemplo, perderse es un peligro indirecto porqué nos expone a peligros directos más gravemente: por ejemplo, hipotermia, extenuación, caídas, etc…

Valorar los riesgos tiene una alta correlación en las probabilidades de sobrevivir

La valoración del riesgo de cada uno de los peligros e intentar estar preparado para minimizar esos riesgos es algo esencial en la montaña. Los accidentes y percances se producen, excepto una pequeña minoría, por un cúmulo de errores, pequeñas apreciaciones incorrectas y cálculos de riesgos inapropiados. Algo tan inevitable como una caída de una roca que nos liquide puede reducirse su riesgo asumiendo otra vía de subida donde la roca esté menos suelta, llevando casco, haciendo la vía más ágilmente para minimizar el tiempo de exposición al peligro de desprendimientos, no colocándonos justo en la vertical de otro grupo que esté subiendo, no habiendo escogido un día que sea justo después de mucho mal tiempo (la lluvia, el hielo, los cambios bruscos de temperatura, el deshielo reciente, etc… incrementa el riesgo de que haya rocas dañadas y poco aposentadas que se puedan desprender), etc… Por tanto aunque los accidentes tienen una componente aleatoria importante, sí que las personas prudentes y que tienen en cuenta los riesgos tienen menores probabilidades de sufrir accidentes que aquellos que ignoran las señales de peligro y no se plantean escenarios de riesgos.

Cuando valoremos un riesgo en alta montaña hemos de considerar que contiene una gran dosis de “caja negra” que ignoramos

En alta montaña la valoración del riesgo de cada uno de los peligros es algo esencial. Además todos los riesgos de la alta montaña tienen un alto nivel de incógnita. Puedes saber que una vía tiene un paso sencillo de segundo grado, pero no sabes si mañana ese paso puede estar cubierto de verglass, o si ese día amaneces con diarrea y tus fuerzas están mermadas, o si va a comenzar a caer rayos, o si te has perdido y te has metido por un paso mucho más comprometido. Por tanto cualquier actividad que hagas en alta montaña, por muy reseñada que esté, por muy bien marcados los caminos, por muy buena previsión de tiempo que lleves, o por mucho que te conozcas a tí mismo, a tus compañeros y el material que lleves, siempre habrá una variable gris de riesgo real que no puedes controlar.

El riesgo cero no existe, y por tanto rodearnos de una burbuja de inmunidad es un absurdo… El ignorar los riesgos y peligros a los que nos exponemos también forman parte de la primera fase a la hora de sufrir un accidente o un percance en alta montaña. Si por un lado, a cualquier señal de riesgo por mínima que sea reaccionamos dándonos la vuelta y anulando la actividad jamás completaremos una ascensión o una vía por sencilla que sea, y si ignoramos las señales de riesgo estaremos condenados a sufrir un accidente más tarde o temprano.

Por tanto el objetivo a la hora de diseñar una ascensión, o una ruta en alta montaña (aunque también aplicable a actividades de senderismo y de media montaña), es la de poder colocar la horquilla de riesgo allí donde nosotros queremos.

Para ello hemos de intentar conocer dos aspectos de cada uno de los tipos de riesgos:

  • Aquél nivel al cuál podemos exponernos y que podemos asumir según nuestra experiencia, capacidad personal, estado físico, estado emocional, material, conocimiento, experiencia y capacidades de otros miembros del equipo (por ejemplo el que haya personas inexpertas que dependen de los más experimentados, o que haya un guía profesional o alguien más experimentado en el grupo), etc…
  • El nivel de exposición más probable que vamos a encontrar.

Construir inconscientemente la horquilla de riesgo aceptable para cada uno de los peligros es una tarea que hacemos casi constantemente cuando asumimos una ascensión alpina o de montañismo, si decidimos responsabilizarnos de la ascensión y no delegar la salida a terceros que nos indiquen si estamos o no preparados.

¿Cómo elaborar una horquilla de riesgo potencial aceptable ante un peligro concreto?

En mi caso me muevo de forma bastante emocional, los riesgos los entiendo de forma racional pero los peligros los siento primero emocionalmente. Y en este caso a la hora de construir la horquilla de riesgos aceptables y a los que me puedo exponer he de incluir mi factor emocional y no sólo el factor racional, porqué serán mis emociones en el terreno las que tendrán mayor protagonismo, y por tanto necesito haberlas entrenado y afinado todo lo posible y haber decidido finalmente teniéndolas en cuenta. Porqué sinó puedo meterme yo mismo en una situación no deseada.

Para elaborar la horquilla de riesgo examino (de forma intuitiva) el riesgo potencial teórico, lo comparo con el riesgo que puedo asumir e incluyo un margen de seguridad. Aunque no es un cálculo milimétrico sí que tiene una componente racional.

Pongo un ejemplo. Yo me siento cómodo si me he de valer por mí mismo y no depender de otros compañeros, en pasos de II grado de escalada (grimpadas) y puedo hacer pasos de III en caso de necesidad pasándolo un poco apurado sin necesidad de atarme y haciéndolo con botas de montaña y sin equipo especial. Si estoy planificando una ascensión a un determinado pico y en la reseña indica que hay un paso de II grado con buena roca, entonces iré tranquilo. Si las condiciones meteorológicas no han añadido dificultades adicionales a la vía (por ejemplo hacerla con viento, estar mojada la roca, estar esta nevada, haber hielo), puedo asumir que voy a salir bien parado a nivel técnico de ese paso, jugando además con un pequeño margen de seguridad extra (por si he de hacerlo con miedo por otras circunstancias, más cansado, con la roca algo mojada, o llevando más carga de lo habitual) por si hay problemas. En cambio si ya aparece en la reseña que el paso es de III voy a comenzar a apretar más de lo que desearía el margen de seguridad. Este margen puede verse aumentado, por ejemplo, si en el grupo va alguien que me puede ayudar a equipar la vía o dar indicaciones y apoyo en caso de que nos queremos atorados, o si el paso expuesto es muy corto y la caída insignificante (que casi nunca es así), o si hay una cadena o material para ayudar a hacerlo. Pero por mucha ayuda que haya siempre es bueno hacer el propio cálculo de riesgo aceptable, que te tengan que arrastrar por los sitios es algo que no es agradable, y siempre puede pasar que “el experto” necesite de nuestra ayuda, y por tanto es bueno que aunque tengamos ayuda podamos hacer nuestro propio cálculo y saber donde vamos a meternos.

Es decir, conozco mis habilidades y capacidades, sé hasta donde llegarían estiradas con los extras que pueda tener (por ejemplo apoyándome en terceros) y por tanto hago la horquilla de riesgo aceptable a un determinado peligro.

riesgo1

La definición de la zona de riesgo aceptable autónoma depende mucho de nuestro autoconocimento y el nivel de riesgo subjetivo que queremos asumir, de nuestras habilidades objetivas y de nuestra experiencia. En el fondo tiene una fuerte componente subjetiva y la experiencia nos ha de servir para poder ir conociéndonos a nosotros y nuestro estado físico y emocional en cada momento. Lo ideal sería que la horquilla de riesgo potencial quedara debajo del margen de seguridad autónoma si la salida la organizas tú o eres tú, respecto a ese tipo de peligros, el que más seguridad puede aportar al grupo o a tí mismo. El margen de riesgo aceptable con ayuda viende dado también por ese autoconocimiento (por ejemplo, yo puedo hacer pasos de III con mochila, botas, etc… pero pasándolo mal) y también de un factor humano extra, el conocimiento y confianza que tengamos de esa persona o personas que nos podemos apoyar en un momento determinado, y el conocimiento y confianza que tengan en nosotros. Podemos subir con un verdadero atleta del alpinismo pero como ignore que vamos a tener problemas en un paso para él muy sencillo y nos deje colgados de poca ayuda nos va a servir y es más, seguramente por hacerle caso en su valoración y no conocernos e intentar conocer lo que vamos a hacer nos habremos visto arrastrados a algo que no queremos. Lo ideal, en este caso es mantenerse por debajo del margen de seguridad con ayuda si vamos a tener el apoyo. Por ejemplo, sé que a malas y con mucha ayuda un paso de III que se vaya a complicar (haya un poco de hielo, nos encontremos vientos racheados, la roca no esté tan estable) si cuento con ayuda y alguien me asegura voy a ir progresando más mal que bien pero terminaría por salir. Pero evidentemente no deseo encontrarme en esa situación así que aceptaría esa ascensión o esa vía si lo más probable es encontrarme el paso más técnico despejado.

Manten la horquilla de riesgo teórico dentro del margen de riesgos aceptables

Para cada uno de los peligros potenciales que contemples intenta mantener la horquilla de riesgo potencial dentro del margen de riesgos aceptables según tu experiencia, conocimiento, capacidades etc…


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